UNA
LLAMADA DE RAQUEL
|
REBAJAS
Sonó
el teléfono. Era Raquel. Su voz sonaba triste, desolada.
—¿Qué te pasa?
—He hecho una cosa espantosa—susurró.
—¿De qué se trata?
—He estado de compras. No puedes imaginarte el
dinero que me he gastado. No me di cuenta. Utilicé la tarjeta de crédito.
No
me atrevo a decírselo a Alfonso…
Ahora andamos
mal de dinero, no hace más
que decir que tenemos que prescindir
de muchos lujos.
Estoy horrorizada. Alfonso está de viaje. Viene mañana.
Se echó a llorar.
—Pero, ¿cuánto dinero te has gastado?
—No lo sé exactamente. Jamás me
había comprado tantas cosas de
golpe. Estaban
de rebajas. Nunca
me había pasado. Me he debido
de volver loca. —Su voz entrecortada tomó fuerza—.
¿Qué estás haciendo ahora?
—preguntó—, ¿por qué
no vienes a verme?
Tal vez te guste algo de lo que he
comprado. Me siento fatal.
Le dije que iría, no para comprar nada, sino para ver sus compras.
A
lo mejor había hecho estupendas adquisiciones. Lo cierto
era que no me disgustaba imaginar la cara de estupor de Alfonso al ver la
cuenta de la tarjeta de crédito.
La cama
de Raquel
rebosaba de ropa. Sentada en una butaca,
observaba sus compras con expresión de angustia.
—
Si pudiera hacerlas desaparecer
—murmuraba.
—¿Ya no quieres nada de lo que has comprado?
—Daría dinero para que alguien se lo llevara
todo de aquí. No quiero ni verlo. Odio
haber gastado tanto.
Sin
embargo, tenía los ojos clavados
en la ropa, como si no pudiera desprenderse de esa visión.
—Mira a ver si algo te gusta —pidió.
Me senté sobre la cama y examiné las compras de Raquel.
Soledad Puértolas, Queda la noche, 1989
—¿Qué te pasa?
—He
hecho una cosa espantosa.
—¿De qué se trata?
—He estado de compras. No puedes imaginarte el
dinero que me he gastado.
—Pero, ¿cuánto dinero te has gastado?
—No lo sé exactamente. Jamás me
había comprado tantas cosas de
golpe. Estaban
de rebajas. Me
siento fatal.
—
Si pudiera hacerlas desaparecer.
—¿Ya no quieres nada de lo que has comprado?
— No quiero ni verlo.