El
documento es un extracto del periódico El País,
del 3 de mayo de 2018. El artículo titulado ETA acto final
está repartido en tres etapas distintas.
I La primera habla de la disolución que no extingue las
culpas aunque sea un
alivio para la democracia. El documento nos explica
que aunque ETA se haya acabado, la vida en el país Vasco
no va a volver a la normal directamente quedarán traumas
en las familias afectadas por esta historia.
II Luego
hace un
balance de la acción de ETA. El artículo
destaca
dos elementos con los que condena la organización.
- Primero
evoca el número de víctimas. En cincuenta años
ETA ha cometido más de 3.600 actos terroristas 86 secuestros
y 7.000 heridos en total. El dolor causado se quedará durante
mucho tiempo hasta para la generación futura.
- Después,
el diario recalca
el papel
desestabilizador de ETA. En efecto la bando puso en peligro la
democracia que fue tan difícil conseguir. Con sus atentados,
la banda daba argumentos a los golpistas que aseguraban que la
democracia era incapaz de parar
la violencia. Según
el artículo dice que el golpismo y la banda fueron las
dos grandes amenazas a las libertades recién recobradas.
Los lectores recuerdan el golpe del 23-F en 1981.
III En una tercera parte, el País pretende oponerse al
discurso de legitimación de ETA con un
relato que presenta al terrorismo como un conflicto
armado, como un movimiento de liberación del País
Vasco. Con argumentos como estos, los
radicales han convencido a un sector de la población.
Entonces,
el diario recuerda
los hechos para contrarrestar la propaganda abertzale.
Recuerda el acoso
a los que piensan de otra manera, evoca el clima de odio
y de intolerancia. No son combatientes, “gudaris”
sino unos pistoleros
especialistas del tiro en la espalda. El artículo opone
la cobardía
de los etarras
a la valentía
de los ciudadanos que se opusieron a la violencia como el movimiento
“BASTA
YA”.
El documento da las razones de la derrota
de ETA. No fueron las negociaciones sino el resultado de la lucha
antiterrorista y la ayuda de la policía francesa. Los etarras
se encontraron aislados.
Para
concluir, El País destaca
lo bueno de la disolución. Por
fin, será posible la convivencia para la sociedad
vasca. Para los presos es posible que se acabe la política
de dispersión sin
embargo no puede haber una ley de punto final porque
quedan casos sin esclarecer y sobre todo porque los crímenes
fueron demasiado horribles.